Energúmenos ha habido siempre, y los seguirá habiendo, pero la cosa es que hoy en día, por suerte, hay menos que nunca, y bajando. Y el problema que nos atañe, es que los creadores de estos productos están tratando de culpar al público por no querer tragar con productos cuyo único propósito es tratar de montar la ola de este supuesto progresismo.
Un público que, con razón se acaba hartando de que le pongan de misógino para arriba porque no le gusta una película, y un progresismo que en realidad ni es progresista ni nada, porque como acaba de decir
GF3, como se están usando tácticas atroces, lo que están provocando es una reacción de rechazo en gente perfectamente normal, y de rebote reanimar y dar alas a esa sección intolerante que, en occidente, estaba poco menos que herida de muerte hasta que cuatro universitarios en twitter que no han sufrido un día de su vida decidieron que vivimos en una sociedad atroz, y las productoras audiovisuales se pensaron que eso era la mayoría del público.